Blog.

IL PRIMO UOMO DEL MONDO giustiziato su SEDIA ELETTRICA: All’interno dell’“orribile” esecuzione di William Kemmler che ha indignato l’intera nazione (AVVERTIMENTO SUL CONTENUTO: DESCRIZIONE GRAFICA DELL’ESECUZIONE).

IL PRIMO UOMO DEL MONDO giustiziato su SEDIA ELETTRICA: All’interno dell’“orribile” esecuzione di William Kemmler che ha indignato l’intera nazione (AVVERTIMENTO SUL CONTENUTO: DESCRIZIONE GRAFICA DELL’ESECUZIONE).

LOWI Member
LOWI Member
Posted underNews

La primera ejecución en silla eléctrica del mundo: El estremecedor caso de William Kemmler que sacudió a Estados Unidos

El 6 de agosto de 1890 marcó un antes y un después en la historia penal de Estados Unidos.

A las 6:43 de la mañana, en la cárcel estatal de Auburn, Nueva York, William Kemmler se convirtió en la primera persona en el mundo ejecutada mediante silla eléctrica, un dispositivo que sus creadores defendían como un método «más humano» y «más científico» que el ahorcamiento.

Pero la realidad de aquel día demostró lo contrario: la ejecución fue tan fallida, tan cruda y tan perturbadora que dejó perplejos a testigos, periodistas y autoridades, desatando un debate nacional sobre la ética de este nuevo instrumento de muerte.

Un crimen brutal y un juicio rápido

William Kemmler, de 30 años, era un vendedor ambulante de frutas que, según relatos contemporáneos, llevaba una vida marcada por el alcohol, la inestabilidad económica y la violencia doméstica. En marzo de 1889 asesinó a su pareja, Tillie Ziegler, con un hacha tras una discusión.

El crimen fue brutal y no tardó en conmocionar a todo el estado de Nueva York.

El juicio fue breve: Kemmler fue declarado culpable y sentenciado a la pena de muerte. Pero en lugar de ser enviado al cadalso, como dictaba la tradición, su caso se convirtió en el experimento inaugural de una nueva era.

Nueva York había aprobado recientemente el uso de la electricidad como método oficial de ejecución, influenciada por científicos, médicos y empresarios —entre ellos Thomas Edison— que argumentaban que una descarga eléctrica potente y precisa sería instantánea, indolora y más «civilizada».

La carrera por la “muerte moderna”

A finales del siglo XIX, Estados Unidos atravesaba la llamada “guerra de las corrientes”. Thomas Edison, defensor de la corriente continua (DC), competía ferozmente contra George Westinghouse, impulsor de la corriente alterna (AC).

Edison vio en la ejecución eléctrica una oportunidad propagandística: demostrar que la corriente alterna —utilizada en la silla eléctrica— era peligrosa y mortal.

El aparato utilizado para ejecutar a Kemmler fue diseñado por el dentista Alfred Southwick y perfeccionado por ingenieros que trabajaban en conjunto con funcionarios del estado. Los defensores del método aseguraban que una descarga de unos 1.000 voltios produciría una muerte instantánea.

Nunca antes se había probado en un ser humano.

Aun así, pese a la incertidumbre técnica, la fecha se fijó sin más demora: el 6 de agosto de 1890 sería el día en que Estados Unidos pondría en marcha su “ejecución del futuro”.

La mañana de la ejecución: tensión, silencio y un experimento en vivo

Unas 25 personas —médicos, periodistas, funcionarios, testigos oficiales— fueron autorizadas a presenciar la ejecución. A las 6:43 de la mañana, Kemmler fue atado a la silla. Parecía sorprendentemente calmado; incluso se dice que pronunció unas últimas palabras serenas: «Tengan cuidado y háganlo bien. No quiero pasar por esto dos veces.»

Pero su petición no sería cumplida.

Cuando el interruptor se activó, una corriente de aproximadamente 1.000 voltios recorrió su cuerpo durante 17 segundos. Kemmler perdió el conocimiento, pero rápidamente se vio que no estaba muerto. Su respiración era débil pero perceptible. Algunos testigos se dieron cuenta de inmediato: el proceso había fallado.

Los médicos dieron la orden de repetir la descarga. Se aumentó el voltaje. La máquina, ya forzada más allá de lo previsto, zumbó y vibró. El cuerpo de Kemmler comenzó a humear. La piel se ennegreció en ciertos puntos. La sala se llenó del olor inconfundible de carne quemada.

Uno de los testigos se desmayó; otros apartaron la mirada o quedaron paralizados por el horror.

Cuando finalmente los médicos confirmaron la muerte, habían transcurrido más de ocho minutos desde la primera descarga. Los periódicos del día siguiente describieron la escena como «un espectáculo espantoso», «una atrocidad científica», «muerte por tortura» y «la ejecución más horrenda jamás vista en una prisión norteamericana».

La indignación pública y el fantasma del fracaso

La ejecución de Kemmler debía demostrar la eficiencia y humanidad de la nueva tecnología. En su lugar, se convirtió en una prueba clara de que, lejos de ser indolora o instantánea, la electrocución podía ser profundamente cruel.

El New York Times publicó un editorial afirmando que el método había fracasado rotundamente y que lo ocurrido era «peor que el ahorcamiento».

Westinghouse, cuya corriente alterna se utilizó en la silla, declaró sarcásticamente: «Mejor habría sido que lo mataran a hachazos.» La frase se volvió célebre y fue citada durante décadas como símbolo del fracaso moral y técnico de la ejecución.

Sin embargo, pese al escándalo, el estado de Nueva York no se retractó. Y con el tiempo, otros estados siguieron su ejemplo.

Legado: un siglo de controversia y más de 4.000 ejecuciones

Tras el caso Kemmler, la silla eléctrica se convirtió en el método de ejecución predominante en Estados Unidos durante buena parte del siglo XX. Se calcula que más de 4.000 personas han sido ejecutadas mediante electrocución desde 1890.

Aunque las técnicas fueron perfeccionándose y algunas ejecuciones posteriores fueron rápidas, muchas otras resultaron fallidas, dolorosas o traumáticas para los testigos.

En las últimas décadas, la introducción de la inyección letal desplazó casi por completo a la silla eléctrica. Hoy solo unos pocos estados la mantienen como opción secundaria o voluntaria.

Sin embargo, la sombra de su origen —marcada por el fallido experimento con William Kemmler— continúa generando debate entre historiadores, juristas y defensores de los derechos humanos.

Recordar para comprender: Tillie Ziegler, la víctima olvidada

Aunque la ejecución de Kemmler se convirtió en un hito histórico, es importante recordar que la verdadera víctima de este caso fue Tillie Ziegler, asesinada brutalmente en 1889.

Su muerte motivó un proceso judicial que, sin preverlo, desencadenaría uno de los episodios más polémicos en la historia del sistema penal estadounidense.

Honrar su memoria implica reconocer que ningún avance científico o tecnológico justifica el sufrimiento humano, y que la búsqueda de métodos “modernos” de ejecución ha sido, a menudo, una excusa para ocultar la violencia inherente a la pena de muerte.

Reflexión final

La ejecución de William Kemmler en 1890 fue presentada como un triunfo del progreso. En cambio, quedó registrada como una advertencia histórica: la ciencia, cuando se coloca al servicio de la muerte, puede convertirse en un instrumento tan incontrolable como inhumano.

A más de un siglo de distancia, la polémica continúa. Y la silla eléctrica —nacida de ambición empresarial, guerra tecnológica y deseos de modernización— permanece como un recordatorio incómodo de que, incluso cuando la ley actúa en nombre de la justicia, puede cruzar fácilmente la frontera hacia la crueldad.